Isabel de Moctezuma y el general Pérez Valiente
La familia Pérez Valiente
Cuenta una leyenda de nuestro singular pueblo serrano, que en un tiempo incierto hace muchos años, vivió en el pueblo la importante familia Pérez Valiente. Esta familia vivía en una casa que hoy día es la más antigua del pueblo, conocida como casa de los Aragones por ser éstos los últimos dueños de la misma, hoy día pertenece al ayuntamiento.
Antes de esta crisis del coronavirus, la Junta de Andalucía había destinado una importante partida para su restauración, para regocijo del pueblo, pues es una casa de gran belleza e indudable valor, pero dadas las circunstancias no sabemos como acabará la cosa…

La familia Pérez Valiente era descendiente de la familia nazarí a través de Sidi Yaya-Alnayar, que fue un noble nazarí, gobernador de Baza en tiempos musulmanes, pero no tuvo escrúpulos para salvar su posición al cambiar de bando, entregando Baza a los cristianos y facilitando así la caída de Granada, a la que dejaba desprotegida, colaborando con los Reyes Católicos en adelante, hasta el punto de convertirse al cristianismo, renegando de su religión y de su pueblo, al que traicionó.
Según los libros de «Apeos» que se conservan en el pueblo, la familia Pérez Valiente fue la responsable de los moriscos que quedaron en el territorio, apadrinando a todos ellos cuando se acordó su bautismo forzoso. Ni que decir tiene que la familia era importante.
El Viaje de Pérez Valiente

Un día el joven general Pérez Valiente emprendió un viaje hacia la recién descubierta América para colonizarla. Tras una dura y larga travesía arribaron a Méjico, fue allí dónde se enamoró locamente de la princesa Isabel de Moctezuma, hija del rey azteca Moctezuma.
Tras durísimas negociaciones que le llevaron tiempo y esfuerzo, al fin consiguió sus pretensiones, y el rey Moctezuma dio permiso para celebrar la boda. Hubo una gran fiesta que duró varios días con sus noches. Finalizada la misma, el general quiso viajar de vuelta a su pueblo, donde tenía importantes posesiones y gran influencia, trayendo consigo a su nueva y flamante esposa.
La llegada de la pareja a Monachil
Tras una dura y larga travesía llegaron por fin a Monachil, y se instalaron en la casa señorial propiedad de la familia. Isabel lo tenía todo … Tierras que producían en cantidad, ganadería, una vivienda señorial e incluso servicio. Cualquiera habría soñado con una vida tan fácil y placentera, en un tiempo en el cual, la mayoría de la población carecía del menor derecho y mucho menos de tales privilegios.
A pesar de todo Isabel estaba triste, no conseguía adaptarse a costumbres tan diferentes y echaba de menos a su familia y amigos. No comía nada y siempre estaba triste y desanimada, poco a poco comenzó a perder incluso la salud. La gente del pueblo decía que todos sus males se debían a que no se quedaba embarazada, para ello/as lo más importante para una pareja joven era tener hijo/as.
Su marido estaba cada vez más desesperado y ya no sabía que hacer para devolver el ánimo y a la salud a su amada. Hasta que un día se le ocurrió una idea …
Isabel y la curandera
En el Purche, entre montañas y alejada del mundanal ruido, vivía una anciana mujer conocida por su sabiduría y sus habilidades para curar las heridas de cuerpo y mente. El general pensó que ella podría ayudarle. Así que emprendió la marcha al Purche en busca de la curandera.

Cuando la curandera se reunió con Isabel, lo primero que hizo fue pedirle que le mostrase su dote, los objetos que había traído consigo de su tierra. Entre ellos había una figurilla de un dios azteca hecha de oro macizo y un cuadro de un niño Jesús.
Un dios maléfico
La mujer que era muy sensible a lo sobrenatural y con grandes dotes esotéricas, notó inmediatamente las malas vibraciones que según ella, desprendía la figurilla del dios azteca. Así que rápidamente le preguntó a Isabel que representaba la estatuilla. Isabel contestó que representaba a un dios terrorífico muy importante para su pueblo. El terrible dios exigía cada año sacrificios humanos, en prevención de males mayores, pues cuando no se le complacía, enviaba su ira hacia su pueblo en forma de terribles desgracias, hambrunas o epidemias. Era costumbre que cada vez que alguien se iba lejos se llevará una figura representativa del dios para aplacar su cólera, siempre negativa.
La curandera tuvo claro desde el mismo momento que lo vio, que el influjo del dios era maléfico y que él era el responsable de todos las desgracias que asolaban a Isabel y a su marido y por supuesto, también de que Isabel no quedara encinta. Así que le recomendó deshacerse de él cuanto antes. Pero la muchacha tenía pánico de hacer cualquier cosa que contraviniese a su dios. Sin embargo y ante la insistencia de su marido y de todo el vecindario, tras pensarlo mucho, decidió que tendría que hacer caso de los consejos que con tanto interés y buena voluntad le estaban dando.
Los Cahorros y el dios azteca


Isabel decidió no sin dificultad, deshacerse del dios azteca, lo enterraría lejos … Pero el pánico que sentía la llevó a hacer un plano del lugar a donde pensaba llevarlo, para poder recuperarlo si las cosas se tornaban todavía peores de lo que eran. Trazó el plano con mucho cuidado y lo escondió detrás del cuadro del niño Jesús que fue donado a la iglesia, donde se encuentra a día de hoy, para todo el que quiera visitarlo. Se trata de un cuadro muy curioso, de gran valor y estilo barroco. Tiene las características de la pintura de su época y estilo, casi seguro procedente de América. La cruz que porta el niño está configurada con huesecillos de mártires o reliquias y aunque está pintado al óleo, las ropas del niño son de tela superpuesta a la pintura.
Finalmente Isabel enterró al dios en una profunda y escondida cueva en el hermoso paraje de los Cahorros y quién sabe si algún día aparecerá la pequeña figura de oro macizo.
… Y fueron felices y comieron perdices
Ni que decir tiene que a partir de entonces Isabel y su marido fueron muy felices, ella pronto quedó embarazada, dando a luz un niño precioso, por supuesto recuperó el ánimo y con él su buen color. Por fin la vida sonreía a la joven pareja …

Isabel siempre estuvo muy agradecida a la mujer del Purche, a la que tenía en cuenta como gran sabia siempre que necesitaba solucionar sus problemas. Aunque hay que decir que tan felices vivieron que poco necesitaron la ayuda de la curandera.
… Y colorín colorado este cuento se ha acabado
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